
Nuestra mente, es el vehículo que nos sitúa en constante comunicación con la Fuente; las imágenes que ofrecemos, son las “palabras” que empleamos en esa comunicación, y las emociones que proyectamos, son el tono (vibración) con que esas palabras en forma de imágenes son expresadas.
Es importante observar si aquéllo a lo que estamos prestando nuestra atención, es lo que deseamos, o la ausencia de lo que deseamos… ¿cómo lo sabremos?... por el modo en que nos sentimos. Cuando tus pensamientos coinciden a nivel vibratorio con tu deseo, te sientes bien, la gama de tus emociones pasa de la satisfacción a la expectativa, del anhelo a la alegría. Por el contrario, si estás prestando atención a la ausencia de lo que deseas, tu gama de emociones pasa del sentimiento de pesimismo a la preocupación, del desánimo a la ira, de la inseguridad a la depresión.
Te será fácil comprenderlo con un ejemplo… Tu deseo de mejorar tu situación económica, no puede cumplirse si envidias la buena fortuna de tu vecino, ya que la vibración de tu deseo y la vibración de tu sentimiento de envidia, son distintas.
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