lunes, 18 de abril de 2011

ley universal y de atracción II

Aquéllo a lo que prestas atención, hace que emitas una vibración, y las vibraciones que ofreces,equivalen a lo que pides. Aquéllo a lo que prestas atención, es lo que experimentas en tu vida, y cuanto más atención le prestas, mayores son las posibilidades de que se convierta en tu realidad más rápidamente.
La clave para atraer lo que deseas, consiste en alcanzar una armonía vibratoria con lo que deseas. La forma más sencilla, es imaginando que ya lo tienes, “fingiendo” que ya forma parte de tu vida, haciendo que tus pensamientos se recreen con la experiencia, y a medida que practiques esos pensamientos (imágenes), y ofrezcas sistemáticamente esas vibraciones, el Universo se reestructurará para proveerte de lo que estás pidiendo… nuestro cerebro trabaja con imágenes, no importa si son reales o imaginarias, pues no es capaz de distinguirlas.
Nuestra mente, es el vehículo que nos sitúa en constante comunicación con la Fuente; las imágenes que ofrecemos, son las “palabras” que empleamos en esa comunicación, y las emociones que proyectamos, son el tono (vibración) con que esas palabras en forma de imágenes son expresadas.
Es importante observar si aquéllo a lo que estamos prestando nuestra atención, es lo que deseamos, o la ausencia de lo que deseamos… ¿cómo lo sabremos?... por el modo en que nos sentimos. Cuando tus pensamientos coinciden a nivel vibratorio con tu deseo, te sientes bien, la gama de tus emociones pasa de la satisfacción a la expectativa, del anhelo a la alegría. Por el contrario, si estás prestando atención a la ausencia de lo que deseas, tu gama de emociones pasa del sentimiento de pesimismo a la preocupación, del desánimo a la ira, de la inseguridad a la depresión.
Te será fácil comprenderlo con un ejemplo… Tu deseo de mejorar tu situación económica, no puede cumplirse si envidias la buena fortuna de tu vecino, ya que la vibración de tu deseo y la vibración de tu sentimiento de envidia, son distintas.
 
La mayoría de nosotros, ya sea a causa de la rutina, por ignorancia, o por falta de tiempo para adentrarnos un poco más profundamente en nuestro interior, no podemos controlar lo que pensamos, sentimos, hacemos, ni decimos. Además, según diversos estudios científicos, el 96% de nuestras acciones, están motivadas por pensamientos y sentimientos que están fuera de nuestro nivel de consciencia.

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